miércoles, 17 de agosto de 2011

st ides heaven

inconclusa hasta el hartazgo me encuentro hoy. como si varias partes de mi cuerpo se hubieran fugado sin darme cuenta.
me falta un poco de cabeza, para entender todas estas cosas que me estan pasando. las piernas para poder salir de este pozo. las ganas, las ganas que hacen todo muchísimo más fácil.
la capacidad de olvidarme todo lo que dijiste. los ojos para ver que todo lo de ayer fue una especie de espejismo, una visión del paraíso que tanto ansiaba pero que al final era sólo un poco de neblina que no me dejaba ver lo que pasaba, humo del malo, del que te contamina los pulmones. la música para sentirme un poco mejor...
un conjunto de sentidos y varios retazos de cosas que creía mías, pero que al parecer eran tuyas, porque desaparecieron cuando te fuiste, tan rápido y silencioso.
se vuelve casi gracioso ver como todo lo que era nuestro, se vuelve nada cada que te vas (ya perdí la cuenta) todo queda fragmentado y quedan todas cosas que no quiero, que no me sirven. es como tener esa ropa que te encanta, pero que nunca te va a entrar. un zapato 2 números mas chicos. y 10 mil vanalidades más, con las que te podría comparar.
me sorprende que todavía me duela todo esto, es casi una tradición despedirte en ezeiza una o dos veces por año. pero de todas esas despedidas, siempre me llevaba un abrazo, un beso, que duraba hasta la próxima, promesas de "voy a volver, y no me voy a ir más".
pero hoy no hubo nada de eso, silencio y valijas, pesadas. casi tanto como el día, húmedo y lluvioso con el que te despidío buenos aires.
pesadas, muy. asfixiantes las palabras que pronunciaste ayer a la noche mientras estabamos en la cama, de esas que le siguen a un "te quiero, pero... " y que son todo una mierda. mierda en forma de palabras que nadie quiere escuchar y que cuando las empezaste a pronunciar mi cabeza le puso play a St Ideas Heaven y me dormí, sin mucho para decir. sin nada que escuchar.
yo ya sabía todo lo que le seguía a esos sonidos que salían de tu boca, me ibas a abrazar, quizás me veias llorar, no mucho más. de todas maneras hoy te fuiste y eso no se iba a modificar.
acepte el abrazo, sin objeción y cuando me desperte ya estabas cambiandote mientras preparabas el café para irnos rápido al aeropuerto.
no dije nada, todavía en mi cabeza sonaba Elliott.


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